-Serie de relatos de política-ficción. Cualquier parecido con la realidad puede no ser casualidad, pero los personajes no son reales, tan sólo fruto de la peor de nuestras pesadillas. Para leer los capítulos anteriores haz clic AQUÍ.
La anterior entrega de estos relatos me preguntaba si seguirían alguna vez. Han tardado en volver, sí, más de un año, pero no por falta de cretineces en la política nacional, sino porque el escribiente estuvo a otras cosas. Ahora los acontecimientos me desbordan y si no las escribo “reviento”.
Zapatitos reconoció (poco a poco, tarde y mal) que la crisis era cierta y no meras ralentizaciones de la economía. Tapoy siguió oponiéndose a todo, diciendo que Lacaña se rompía y que los inversores extranjeros no debían invertir aquí, que no.
-Estoy muy contento, vamos a reunirnos todos los jefazos y refundar el Capitalismo- Dijo Zapatitos a los expectantes ñoletes. El resultado fue dejar todo como estaba, pero financiar a los Bancos con problemas, comprar sus activos tóxicos y avalar sus deudas.
Al poco recibió una llamada de sus jefes (sin determinar pues tiene muchos) y como resultado decidió suprimir el “cheque bebé” y la ayuda de 426€. para los parados que hubieran agotado las prestaciones. “Recordar que era una ayuda provisional, oye, no os quejeis” fueron sus palabras.
Poco después y a instancias de unos organismos fantasma, indefinidos y que deben ser muy malos: los mercados, se juntaron Zapatitos, los vendidos de no sé qué sindicatos y la Patronal para modificar el mercado de trabajo. Y abarataron el despido para generar empleo ¿¿¿???¿¿¿??? Lógicamente el paro sigue subiendo, sólo que ahora más deprisa.
Tapoy, que lleva años pidiendo eso, se opuso. ¿Por qué? Bueno, ya sabeis que él se opone a todo. ¿Recordais aquel saco que transportaba Zapatitos y del que caían los ñoletes desempleados? Pues el saco cada vez está más vacío y muy contento aunque sólo él conoce el motivo. Recordad que a estos los recoje Tapoy, aunque con destino incierto ¿Les dará trabajo él? Eso ahora ni se lo plantea, lo único que quiere es su voto, su voto, su voto: es su obsesión. Aunque su jefe “el bigotes”, dice que a los parados lo que había que hacer era animarlos a buscar trabajo. Y se quedó tan tranquilo, entre otras cosas porque él tiene una pensión vitalicia, compatible con otros trabajos remunerados e, incluso, con pensiones por imbecilidad congénita y/o adquirida.
Como los malvados mercados seguían pidiendo más y más, Zapatitos decidió atacar las futuras pensiones, y de nuevo con los sindicatos esos (a los de verdad, los que no se venden no los llama) y la Patronal. Subieron los tiempos de cotización y elevaron la edad de jubilación. Todos se pusieron muy, pero que muy contentos.
Bueno, Tapoy no. Como siempre. Aunque en secreto le han oído exclamar “Ya era hora, hombre”.
Mientras todo esto pasaba subieron el recibo de la luz casi un 10%, gas natural y butano. Como los transportes públicos, la gasolina y, como siempre, la cesta de la compra. Se congelaron pensiones, salarios y a los funcionarios se les rebajó el sueldo por decreto ley.
Pero Zapatitos está muy contento, más que nunca. Supongo que ha recibido más de una felicitación de sus múltiples jefes (banqueros, oligarcas, millonarios, delincuentes de guante blanco). Incluso ha hecho una macrofiesta en su casita de la Tontoya, el champán y los langostinos los pagaremos nosotros, los ñoletes, que para eso estamos.
Curiosamente Tapoy también lo está, pues sigue fiel a su máxima de “cuanto peor, mejor” y el panorama no puede ser mejor para sus intereses por lo que prepara su asalto a la Tontoya. No se atreve a hacer una moción de censura, porque él no se atreve a casi nada y por eso es apodado “Mariano el débil”, pero no cesa de pedir elecciones anticipadas. Babea como nunca.
En realidad, Zapatitos y Tapoy, son las dos caras de una misma moneda, brazos de un mismo cuerpo, súbditos de un único monarca y señor: Don Capital. Mano derecha uno e izquierda el otro, los dos sirven a su señor a cambio de... a cambio.... bueno, además de vivir a cuerpo de rey, no exijirles asistir al trabajo, pagarles todos los gastos, coche oficial, chofer, despacho, secretaria y pensión vitalicia tras 7 añitos de duro trabajo, no se me ocurren más motivos salvo su amor y dedicación a los demás, altruismo, ideales, generosidad, etc. etc. etc.
¿Continuará? Puede que sí....o que no. A saber.
jueves, 3 de febrero de 2011
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